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historias del crimen

Celos, el disparo mortal a la bailarina y el ocaso del Rey de la Noche

“Daniel me quiere matar”, escribió Morena Pearson en la noche del 21 de marzo de 2008. El mensaje se lo mandó al amigo con el que había bailado en el tradicional boliche Pinar de Rocha, en el partido de Morón. Pocas horas después, la joven de 23 años fue hallada con un disparo en la cabeza en una de las habitaciones de la casa en la que vivía. Y ese Daniel del mensaje de texto, Daniel Bellini, su esposo, el Rey de la Noche, quedó luego de un largo proceso tras las rejas.
La muerte de la bailarina en manos del empresario, dueño de uno de los boliches más emblemáticos del área metropolitana, fue uno de esos casos que consumió horas y horas de análisis mediático. Es que lo que arrancó como un supuesto suicidio, terminó horas después con un crimen al que se lo intentó cubrir. Y además salió a la luz el prontuario de Bellini, padre de una niña junto con Morena.
Si bien el desenlace ocurrió esa madrugada en la casa en la que convivían, a unos 200 metros del boliche, todo había comenzado tiempo atrás. Es que el hombre de 58 años, en ese momento, venía ejerciendo violencia sobre ella. Según contó el padre de Morena en el juicio que se hizo en 2011, en una oportunidad el Rey de la Noche la había amenazado de muerte, haciéndola arrodillar y martillándole un arma en la cabeza.
Lo cierto que esa noche, el baile de ella generó celos en él, que se lo hizo saber en el VIP del boliche y ante la presencia de testigos. Bellini consideraba “provocativa” la actitud de su esposa y la discusión que comenzó en medio de las luces del lugar, terminó en la vivienda de manera trágica.
Según dio por acreditado el Tribunal Oral en lo Criminal 5 de Morón en su sentencia, entre “las 5.45 y las 6.20” de aquel día “hubo una discusión” en la casa y Morena recibió un balazo en la cabeza con una pistola calibre 9 milímetros, con mira láser, que Bellini guardaba ilegalmente. El disparo le provocó heridas gravísimas que determinaron su deceso catorce horas después, en el Hospital de Haedo. Lo curioso que llamó la atención en la etapa investigativa, es que cuando llegó la ambulancia,nadie acompañó a la joven al nosocomio. De hecho, ingresó como NN, mientras el empresario se quedó en la vivienda.

Maniobras y pasado

Al plantear los lineamientos de la acusación, la fiscalía afirmó que Morena se estaba separando y así lo dejó plasmado en los mensajes de texto. Además, sostuvieron que Bellini “no solo tenía motivos, como los celos y la indignación, sino que tuvo posibilidad real de hacerlo”.
Más allá de que la defensa del empresario aseguró que la joven tenía “una tendencia suicida”, hubo una serie de indicios que llevaron a los jueces a dictar la condena a 16 años de prisión. Uno, clave, fue que el arma con la que se disparó el balazo fatal estaba limpia, sin huellas digitales. Tampoco en la mano de la víctima había rastros de deflagración, algo que suele ocurrir cuando una persona dispara un arma.
En tanto, se borraron las cintas tomadas en la noche del crimen por las cámaras de seguridad de la casa y los mensajes de textodel teléfono de su esposa. Pero el amigo que bailó con ella esa noche aseguró haber recibido mensajes enviados por Morena diciéndole que se había separado de Daniel porque había discutido con él, luego de que el acusado la vio con él en la disco.
El prontuario de Bellini no tenía sólo la marca del asesinato de Pearson, sus antecedentes criminales también marcaron el debate del momento. En su legajo se encontraban los delitos de falsificación de instrumento público, estafas, asociación ilícita, tenencia de armas y defraudación. Entre 1991 y 1994, el empresario se refugió en Paraguay con una falsa identidad, después de que se lo investigó por falsificación de dólares. Sin embargo, casi siempre Bellini evitó las condenas o tuvo penas bajas.
En la época en que fue condenado no se había incorporado la figura del femicidio en el Código Penal, que tiene una expectativa de pena de prisión perpetua. Entonces, los magistrados consideraron que el empresario fue responsable del homicidio agravado y lo condenaron a 16 años de prisión. Al año siguiente, el Tribunal de Casación bonaerense confirmó la condena, aunque la redujo a quince años. Ese fallo lo confirmó en la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Pero el empresario no pasó mucho tiempo entre rejas. En 2013, la Justicia lo benefició con la prisión domiciliaria después de un planteo de la defensa en el que se demostró que sufría mal de Parkinson. En 2016 sumó un nuevo beneficio: fue autorizado a tener, tres veces por semana, salidas laborales. Su empleador fue, por supuesto, Pinar de Rocha. Y en noviembre de 2018, finalmente, tras cumplir las dos terceras partes de la pena, consiguió la libertad condicional.
Ya nada, sin embargo, fue como era para la familia de Morena ni para el Rey de la Noche. Aunque sí para Pinar de Rocha, el emblemático boliche que abrió sus puertas en 1969 y que supo siempre reinventarse a pesar de las polémicas que lo han rodeado.
Ese sitio, cercado por un gran parque regado de pinos y por el que supieron pasar desde Julio Iglesias hasta Los Redonditos de Ricota, tuvo como primer dueño a Dardo Rocha, gobernador de la provincia de Buenos Aires y fundador de ciudades como La Plata, Necochea, Pehuajó y Tres Arroyos.

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