Como siempre, de recorrida con la bici, me topé con esta historia que refleja una realidad que parece que muchos no quieren ver. Mabel, la propietaria del kiosco que está en la vereda del Banco Provincia, sufre una seguidilla de agresiones a su puesto de venta que realmente da que pensar.
En pleno centro comercial y con todas las cámaras de vigilancia comunal a disposición, teniendo personal que supuestamente las está monitoreando de manera continua las 24 horas, me pregunto –o les pregunto a ustedes, estimados lectores–¿cómo es posible que le hayan robado con tanta impunidad? ¿El Centro de Monitoreo no funciona o funciona mal?
Mabel ya tiene denuncias hechas por ataques de vándalos en los festejos del último Campeonato Mundial de Fútbol y por pintadas tipo graffitis en las paredes de su kiosco. Nunca hubo una respuesta positiva de parte de las autoridades. Por parte de la fiscal, que tomó el caso del primer hecho mencionado, tampoco recibió una respuesta.
Para completar su karma, Mabel es una persona mayor que sufre de una discapacidad motriz que afecta sus piernas. Para trasladarse, cuenta con su auto de toda la vida, pero necesita estacionar sobre el espacio del cordón de la acera de su kiosco para poder movilizarse con mayor comodidad, pero resulta que ese lugar la mayoría de las veces lo encuentra ocupado por algún vehículo. Todo esto le provoca un estrés galopante que perjudica enormemente su salud.
Según me relata, en horas de la tarde la Policía local detuvo a los autores de este último hecho. Resultaron ser menores y su progenitora pagó los gastos de la rotura de la ventana violentada, pero no se hizo cargo de la mercadería faltante.
En definitiva, Mabel es una víctima más de la inseguridad que reina en nuestra querida ciudad. ¿Tomará cartas en el asunto la gestión municipal como lo hizo con el tema de las motos?
Miguel Cozzaglio,
colaborador del diario De Hoy