"En 2023 el presidente tiene que ser radical"

  • Domingo, 31 de Marzo de 2019 | Locales

POR EDUARDO N. CARBONI

–Dijiste que al gobierno de Cambiemos se lo evalúa desde lo económico, pero que no se le ve lo positivo. A muchos, esas palabras no les cayeron nada bien.

–Lo que planteo es que es como lo fue en la época de Raúl Alfonsín. A su gobierno, todos lo juzgaron sólo por lo económico, por el bolsillo. Al gobierno se Alfonsín no era para analizarlo desde el punto de vista económico, sino que nos dejó la democracia para todos los tiempos. Desde ese punto de vista, fue el gobierno más exitoso desde los inicios de la democracia hasta estos tiempos. El gobierno de (Mauricio) Macri, lejos de compararse con el de Alfonsín porque son tiempos distintos, otras situaciones. También va a quedar en la historia. Primero, porque es el único presidente no peronista que en más de 70 años, después de Marcelo T. de Alvear, termina su mandato, que lo va a terminar. Por otro lado, el gobierno de Macri, y más que el gobierno, la gente que decidió la no continuidad del gobierno anterior, pegar el golpe de timón y evitar una Venezuela casi segura. Recordemos que Argentina y Venezuela compartían un montón de cosas: políticas, lazos comerciales y económicos. Si la población hubiese continuado con el gobierno anterior, hoy estaríamos en una Venezuela sin matriz energética, con chicos muriéndose en los hospitales, sin comida para la gente y tendríamos un país muy, pero muy complicado. Nuestro gobierno ha recuperado la matriz energética, hoy estamos exportando gas a Chile, eso es positivo. Se ha recuperado el orden en las instituciones, se ha trabajado para que los costos en la obra pública sean los que corresponden, se han hecho obras hidráulicas, se han hecho autopistas, se ha mejorado la educación. Hay un montón de cosas positivas que no pasan por lo económico solamente. Pero como dice el conocido dicho, "les hablé con el corazón y me respondieron con el bolsillo", uno entiende que está muy bien el tema de la construcción, pero la gente también necesita alimentarse, educarse y un montón de cosas todos los días y estamos en un proceso difícil. Pero creo que la población entiende que estamos pasando por un momento difícil y tiene una espera para llegar ¿a dónde?, al país que queremos. Es una espera dolorosamente esperanzadora porque la gente sabe, si bien con mucho dolor por todo lo que está pasando, que vamos por el camino correcto, estamos reconstruyendo el país. Si tuviésemos la posibilidad de dos gobiernos no populistas seguidos, la Argentina va a ser otra, se van a sentar las bases de una Argentina mucho mejor. Obviamente, nosotros no decimos que somos los mejores, que no hay inflación, que la gente no la pasa mal; reconocemos todo eso. Es un gran esfuerzo que hace todo el conjunto de los argentinos y la inflación es un impuesto que paga el que menos tiene. Hay una gran deuda que tiene la democracia, que es la deuda social, que todavía no la ha saldado, tenemos que pensar en eso. 

Deudas de la democracia

"La democracia –continúa Aiola– tiene varias deudas: el debate por el aborto, que se dio; la democratización de los sindicatos, un tema importantísimo para que el país pueda ser otro tipo de país, y también la deuda social. Deberíamos gobernar a través de los ojos de quien más necesita, de quien menos tiene. Ese es el camino que tenemos que continuar. La deuda social de la democracia hace que el que menos tiene sea el que más sufre, que la gente no se alimente bien, sobre todo los niños lo que produce un costo cognitivo que no se recupera jamás. Debemos trabajar en eso, contra la pobreza, el hambre, y pagar esa deuda social que no es responsabilidad de quien gobierna sino de todo el arco político. Todos han estado, en uno u otro momento, gobernando el país y esa deuda está. Por eso Alfonsín decía que con la democracia se come, se cura y se educa; no lo decía para el momento en el que estuvo, sino como algo a realizar por una deuda que teníamos los argentinos. Decía de una forma sencilla algo complejo de resolver. Ese es el camino que tenemos que seguir, que no es fácil; creo que desde 2015 hasta ahora lo hemos empezado a transitar. Alguien me dirá que los pobres siguen estando, que a la gente le cuesta, a eso ya lo sé, pero había cosas en el país que había que sincerar, cosas que no estaban bien, que había que poner en su lugar y que de a poco se están haciendo. Es cuestión de tener fe en que hay un camino que es mucho mejor y en que este esfuerzo no será en vano. La gente no va a mirar hacia atrás otra vez porque sabe que hubo mucha corrupción y muchas cosas que no estaban bien. La gente quiere algo mejor y por eso está buscando opciones en todos lados, necesita confiar en algo. A la vez, hay una gran crisis de representatividad del sistema político, no solo en la Argentina sino en el mundo: el brexit, la negativa a la propuesta del pacto entre el gobierno y las FARC en Colombia, los partidos de ultraderecha en Europa. Toda esta crisis de representatividad de los partidos políticos hace que a veces la gente empiece a buscar otras opciones y entre ellas hay algunas peligrosas, como Bolsonaro, algunos partidos ultraderechistas de Europa que están creciendo mucho. Eso supone un grave peligro para todos, pero sobre todo para las minorías y sus derechos, entonces hay que estar muy atentos y defender la política como herramienta de transformación social. Hay políticos malos en todos los partidos, pero si cuestionamos a la política como elemento transformador, corremos el riesgo de que algunas facciones de ultraderecha empiecen a tomar mucho protagonismo. Eso es muy peligroso y tenemos que estar conscientes, porque podemos llegar a repetir historias que no deberíamos repetir, a nivel local, nacional o mundial.

–¿Qué te pareció el discurso de Teresa Cassino, en el acto del 24 de Marzo?

–En mi discurso dije que gracias a que 30.000 detenidos desaparecidos pusieron su sangre y su esfuerzo podíamos estar en la plaza pensando distinto y escuchándonos en democracia. No me pareció adecuada la comparación del plan económico de un gobierno de facto, militar, que mató gente, haciendo una imagen de espejo con un gobierno que no mató a nadie, que fue elegido por el voto popular y que tiene una representación legítima. A Mauricio Macri no lo votaron los holandeses o los filipinos, lo votamos los argentinos. Esa comparación, no es válida. Obviamente, respeto que se haya expresado libremente, pero no lo comparto en absoluto. No escuché en ese discurso valorar la figura de Raúl Alfonsín. Que cortó de cuajo con todo aquello. En el momento más difícil, cuando los militares todavía tenían sus fusiles calientes adentro de los cuarteles, los puso en el banquillo de los acusados y cortó el ciclo de gobiernos civiles y gobiernos militares, y dijo nunca más. No digo que bajar un cuadro esté mal, como hizo (Néstor) Kirchner; estuvo bueno como concepto e imagen obligar a alguien de las Fuerzas Armadas a que baje el cuadro de un dictador me parece perfecto, pero Alfonsín hizo mucho al sentarlos en el banquillo. Entonces, comparar la democracia con un plan económico de un gobierno de facto, es ser injusto, en algún punto.

–En la entrevista que tuvimos en diciembre último, dijiste que pasado enero de este año definirías tu postulación a intendente municipal, enero ya pasó…

–Pasó enero, febrero, casi marzo y todavía estamos en veremos (risas). Vuelvo a lo mismo, si el espacio de Cambiemos considera que puedo continuar y seguir dándole cosas a Chacabuco, la evaluación va a estar y seguramente el resultado de la misma será positivo. El tema es que no se ha anunciado nada ni se ha hecho ningún lanzamiento porque no están las cosas dadas en la población. La gente ve lejísimos a las elecciones, agosto y octubre se ven como una eternidad, la gente está con la cabeza en otras cosas, tiene otras preocupaciones y lo que menos le interesa es si el Intendente, Juan o Pedro quieren o no ser candidatos. Por eso hablaba del hartazgo de la gente con la política, la gente tiene problemas, quiere llegar a fin de mes, pagar el cable, la luz y el teléfono, hoy en día tiene muy poco interés por el tema político porque está preocupada por otras cosas, por eso es que hemos retrasado cualquier tipo de anuncios.

–Sectores del radicalismo están siendo muy críticos con Cambiemos, Federico Storani hasta puso en duda la continuidad de la coalición.

–Ricardo Alfonsín también dijo que la UCR debe ser orgánica y que si la Convención decide apoyar a (Roberto) Lavagna debíamos ir todos con él. Federico Storani, vicepresidente del partido, dijo que Cambiemos se podía romper. Respeto todas las opiniones porque el nuestro es un partido de distintas expresiones y siempre se ha respetado la voluntad del afiliado radical. Estamos frente grandes problemas; Federico Storani es un radical con mucha historia dentro del partido, pero actualmente no tiene mucha representatividad. (Alfredo) Cornejo maneja el partido desde Mendoza, con mayor o menor intensidad; tiró el nombre de (Martín) Lousteau como candidato cuando éste no integra el bloque de diputados nacionales de la UCR y hace solo un año que está afiliado, que no sería nada, pero no tiene el apoyo casi de nadie. Es una locura tirar un nombre sin haberle consultado a la UCR de la provincia de Buenos Aires que representa a la parte mayoritaria. Hay un desgobierno, o una falta de conducción, de la UCR a nivel nacional y eso genera distintas preocupaciones y comentarios. Carlos Fernández, vicepresidente de la UCR de la provincia, dice que el radicalismo tiene una iglesia en cada pueblo. En cada pueblo hay una iglesia y un comité de la UCR, el problema del radicalismo es que cada una de esas iglesias radicales, por así decirlo, tiene un cura y cada cura da la misa en el idioma que quiere. Cada uno hace su juego y no estamos trabajando orgánicamente como UCR Nación, eso genera tensiones, problemáticas, idas y vueltas. La UCR debe reorganizarse; considero que el radicalismo provincial, del cual formo parte, debe temer más injerencia en el de la nación. Hay que trabajar mucho y fuerte en este aspecto para tener una UCR bien compacta. Ahora viene la Convención Nacional y lo que va a salir -porque los números y los convencionales están- es que vamos a seguir trabajando dentro de Cambiemos, no en otro espacio. De todas formas, hay que escuchar todas las voces; Ricardo Alfonsín tendrá sus opiniones, pero es alguien que siempre trabajó por el radicalismo, siempre tuvo opinión crítica, pero hay que respetarlo.

–Pero esas opiniones críticas, que también las tiene buena parte de las bases del radicalismo, apuntan a la situación que atraviesa un país en el que la UCR es parte del gobierno que lo dirige. Otro cuestionamiento es la injerencia de la UCR en el gobierno nacional, la que muchos consideran escasa.

–Hoy, el radicalismo está escribiendo la plataforma de Cambiemos junto con los demás partidos integrantes. Yo pienso que hay que trabajar para que nosotros, los radicales, tengamos más espacio. Pero el radicalismo no es un partido que ha estado acostumbrado a pedir cargos; las cosas en política se toman, no se piden. Nosotros tenemos que ir a tomar todas las cosas que creemos que nos pertenecen. Pasa con la vicegobernación: no la pedimos, es nuestra, de la UCR de la Provincia. No es que depende del tablero nacional, es algo nuestro; más de 33 intendentes reunidos en Saladillo dijimos "esto nos corresponde". Es nuestro y punto, se terminó. Entonces. Tenemos que seguir trabajando por un radicalismo más unido, que aporte ideas, proyectos y políticas de Estado. Hace tiempo que el radicalismo dejó de discutir políticas de Estado, es lo que antes te decía sobre sobre las iglesias con cada cura que da su misa en el idioma que le parece. ¿Qué posición tiene la UCR con respecto al aborto, a la extinción de dominio? ¿Qué posiciones tiene como políticas de estado? Vamos a encontrar que no hay una posición bien consolidada, por ejemplo, en políticas públicas con respecto a la salud. Hay muchas individualidades muy jugosas que se transforman en personas que no trabajan en conjunto. Finalizadas las elecciones de 2019, los radicales tenemos que ponernos a trabajar para tener un presidente y un gobernador radical, no me caben dudas. Después de las próximas elecciones seguiremos gestionando cada uno con la cabeza puesta porque en 2023 el presidente tiene que ser radical, no hay dudas. A ese presidente radical hay que empezar a pensarlo en 2019 con la visión de que recuperamos, como radicales, la democracia para todos los tiempos. Lo que necesitamos en 2023 es, de una vez por todas, cubrir la gran deuda social que tiene la democracia. Ese es el trabajo y el proyecto que tenemos que hacer, tenerlo bien claro: ir por esa deuda social, cubrirla y empezar a dar los pasos hacia un país mucho mejor.

–Volviendo al inicio, es una deuda social que tiene que ver, fundamentalmente, con cuestiones y reclamos económicos.

–Sí; directa o indirectamente sí, y ahí tenemos que ir.