En el oficialismo nacional cuenta más el humor del día a día que cualquier otra cosa, y lo grave es que ese humor no siempre es el mejor. O para mayor certeza, siempre es el peor.
Las trompadas en medio de la pera de Javier Milei se suceden una tras otra; la última fue la que recibió con la Ley de Movilidad Jubilatoria, votada hasta por legisladores del Pro.
El Presidente dice que la va a vetar por el bien de los jubilados, a los que les licuó dramáticamente sus haberes a principios de años para pagarle al FMI, a la vez que les reducía los impuestos a los que más tienen.
El ministro de Economía, Luis Caputo –aquel que según el presidente de la Nación “se fumó 15.000 millones de dólares de reserva irresponsablemente e ineficientemente y nos dejó el despiole de Leliqs”–, salió a decir que “a ninguno de los legisladores que votaron la ley les preocupan realmente los jubilados. De lo contrario, hubieran presentado alguna ley el año pasado, cuando las jubilaciones cayeron 30 por ciento en términos reales y en plena expansión del gasto público para ganar las elecciones. En cambio, estaban todos callados”. Pasarle el fardo al otro, la casta en su máxima ortodoxia.
La Libertad Avanza es un perfecto quilombo, se la pasan todos el tiempo peleándose y puteándose, literalmente, entre ellos, echándose de los organismos públicos, traicionándose, mandándose al frente sin escrúpulos. Después entra Manuel de Adorni para hacernos creer que todo eso es de jugando y que todo funciona de maravillas en las viñas de la libertad.
Gran exponente de la ira libertaria y la desesperación libertaria está expresada en Sandra Pettovello, ministra de Capital Humano, que tiene a cargo todo lo concerniente a la educación, a la cultura; a las relaciones y condiciones individuales y colectivas de trabajo; al régimen legal de las negociaciones colectivas y de las asociaciones profesionales de trabajadores y empleadores; al empleo; a la capacitación laboral y a la seguridad social; a la asistencia, promoción, cuidados e inclusión social y el desa-rrollo humano, la seguridad alimentaria, la reducción de la pobreza, el desarrollo de igualdad de oportunidades para los sectores más vulnerables, en particular para las personas con discapacidad, las niñas, los niños y adolescentes, las mujeres y los adultos mayores, la protección de las familias y el fortalecimiento de las organizaciones comunitarias, así como en lo relativo al acceso a la vivienda y el hábitat dignos, y al cumplimiento de los compromisos asumidos en relación con los tratados internacionales y los convenios multinacionales en las materias de su competencia.
Parece demasiado para una chica que llega al Gobierno para cumplir esas tareas, con el antecedente de realizar estudios en la Universidad de Belgrano (1999-2003), ser licenciada en Periodismo, y en Ciencias para la Familia, y estudios de posgrado en Políticas Familiares en la Universidad Internacional de Cataluña; haber sido esposa del actor Pablo Rago, productora periodística en radio El Mundo, DK Group, y en La Cornisa, programa de Luis Majul.
Recibe palos de todos lados y por eso llora, llora mucho, también literalmente, a la vez que la estantería se le viene abajo. Todavía no consiguió repartir la totalidad de las toneladas de alimentos acovachadas en distintos puntos del país. Pero sigue ahí mientras rajaron a Fernando Vilella de la Secretaría de Bioeconomía, uno de los más respetados profesionales del país en materia de Agronegocios y Alimentos. El que sabe, sabe, y el que no, se queda en el Gabinete.
El gran papelón, y más reciente, fue el que tuvo como damnificada a Lourdes Arrieta, la diputada que quiere despegarse de la vomitiva visita del grupo de legisladores de LLA a los asesinos de la dictadura, presos en Ezeiza. El martes próximo la van a echar del bloque de disputados libersaurios por hablar de más.
El asunto les va a traer flor de despelote, porque no tienen bancas pa’tirar pa’rriba, y si la echan no deja de ser diputada: arma bloque unipersonal o se suma a otro.
Todo esto con telón del infinito desprecio mutuo Milei-Villarruel.
Para criticar a una gestión en la que rige la improvisación se suele decir que no se mueve por ideas, sino por ocurrencias; el caso libertario plantea otra cosa: su gobierno no se mueve por ideas ni ocurrencias, sino por emociones. Así nos está yendo, y nos irá.
POR EDUARDO N. CARBONI