Imagine there’s no countries/ It isn’t hard to do/ Nothing to kill or die for/ And no religion, too/ Imagine all the people/Livin’ life in peace, escribía John Lennon –hay quienes dicen que fue Yoko Ono– en su exitosa “Imagine” de 1971. Esto sería algo así como “Imagina que no hay países/ No es difícil/ Nada por qué matar o morir/ Y ninguna religión tampoco/ Imagina toda la gente/ Viviendo la vida en paz”
¿Se terminó el sueño de un mundo mejor? No hay una respuesta definitiva, pero todo indica que va a pasar demasiado tiempo hasta que deje de quedar solo en una canción de Lennon, a quien el presidente de los argentinos no dudaría una milésima de segundo en calificarlo como zurdo de mierda, comunista u otra adjetivo plagado de unidad, consenso y tolerancia que nos tiene acostumbrados.
El mundo está girando hacia la ultraderecha, o por lo menos es ésta la que más ruido hace y copa el lado más merdoso de las redes sociales. Los Juegos Olímpicos de París, hoy disputándose, nos han permitido medir la actual exacerbada dimensión de la ilimitada imbecilidad humana.
En el marco de la competencia del boxeo olímpico se generó una polémica de inusitado alcance mundial, a raíz de la participación de la argelina Imane Khelif, que en su primera pelea le ganó a la italiana, Angela Carini, en solo 46 segundos. Después de la derrota, la italiana declaró: “Puse fin al combate porque después del segundo golpe, después de años de experiencia en el ring y una vida de lucha, sentí un fuerte dolor en la nariz. Dije: ‘es suficiente. Ya hay boxeadoras que están diciendo que no van a subir al cuadrilátero porque esto no es jugar en igualdad de condiciones”.
El año pasado, Khelif había sido descalificada del Mundial de Boxeo, disputado en Nueva Delhi, por “no superar las pruebas de elegibilidad de género” por sus elevados niveles de testosterona detectados en las pruebas médicas, según informó la Asociación Internacional de Boxeo (IBA), organizadora del certamen.
A pesar de esto, el Comité Olímpico Internacional (COI) se basó en sus reglamentos y permitió su participación en París. “Todos los atletas participantes del torneo de boxeo de los Juegos Olímpicos París 2024 cumplen con las normas de elegibilidad y de inscripción de la competición, así como con todas las regulaciones médicas aplicables de acuerdo con las reglas de la Unidad de Boxeo de París 2024″, señaló el COI en un comunicado.
She’s a Woman
Y se desató el patético circo. Sin la más mínima información, las hordas descerebradas empezaron por asegurar que Khelif era una mujer transgénero, o sea una persona nacida con características biológicas sexuales de un varón que se autopercibe y comporta como mujer.
“¿Dónde están las feministas? Los Juegos Olímpicos woke pusieron a pelear a una mujer de verdad con una mujer de mentira (…) Insisto: ¿dónde están las feministas que decían que la autopercepción bastaba para definir a la mujer?”, escribió Agustín Laje, en la red social X.
Elon Musk pidió “salvar los deportes femeninos frente a las deportistas transgénero”.
El presidente de la Nación no pudo con su condición intelectual y reposteó una publicación del usuario @Pregonero, que publicó: “Pusieron a boxear a Imane Khelif (un tipo) contra una mujer. La minita abandonó a los 45 segundos porque le volaba la cabeza. Al tipo ya lo habían descalificado el año pasado luego de comprobar que tenía cromosomas XY con un test de ADN”.
Totalmente convencido y sin pruebas de la situación de Khelif, Javier Milei agregó: “A ver boluprogres. Vengan a explicar esto… Cuando se les marca las estupideces con argumentos responden poniendo todo tipo de etiquetas que buscan cancelar el argumento que los rebate. Después aparece la realidad que los expone frente a su imbecilidad… Si seguía la mataba…”.
La vida otorga muy pocas oportunidades de hablar en el momento preciso, pero muchísimas menos de callar en el momento indicado, y estos muchachos –como mucha otra gente en el mundo– la desperdiciaron por completo.
Khelif se identifica como una mujer cisgénero, es decir, su identidad de género corresponde con el sexo con el que nació. Es mujer, tiene vagina. Lo que ocurre es que padece hiperandrogenismo, una condición médica hormonal que causó aquella descalificación en el Mundial de Boxeo 2023.
Según el COI, no es transexual sino una personas afectada “por una diferencia de desarrollo sexual, un trastorno médico que provoca el desarrollo anormal de características sexuales secundarias”.
Otro detalle que pasaron por alto y que no habla muy bien de su estado neuronal. Khelif es de Argelia, país que ha criminaliza a la comunidad LGBT+. Tampoco reconoce a la identidad de género, y a las parejas homosexuales las llevan a la cárcel. Entonces, ¿cómo ésta representado oficialmente a Argelia? ¿Alguien cree que un país con esas leyes permitiría que su plantel de deportistas olímpicos esté integrado por una persona trans? Miente, miente que algo quedará.
Parafraseando a la genial Mafalda de Quino, están luchando sin cuartel para no caer en las garras de la inteligencia.
Concreta y muy clara fue Alejandra “Locomotora” Oliveras, que no tuvo compasión con Angela Carini.
“Sí, es mujer –dijo sobre la argelina– Yo vi la pelea y le dio unas piñitas de mierda. Una piña grande es cuando vos caés al piso y no te despertás más. Si es cagona, ¿para qué sube al ring?”.
Como para redondear el tema, en una entrevista con el diario italiano Gazzetta dello Sport, Angela Carini expresó: «Toda esta controversia me entristece. Lo siento por mi oponente también. Si el COI dijo que ella puede pelear, respeto esa decisión (…) No era algo que yo pretendiera hacer. En realidad, quiero pedirle disculpas a ella y a todos los demás. Estaba enfadada porque mis Juegos Olímpicos se habían esfumado».
Luego agregó que si volviera a encontrarse con Khelif, la «abrazará».
El fanatismo gana terreno, la imbecilidad humana extiende sus límites cada día más. Y como si fuera poco, hay lugares en los que gobierna.
Por Eduardo N. Carboni
