Estamos viviendo un revival de la funesta plata dulce de Martínez de Hoz. Me dicen los que han viajado que, en ropa y juguetes, estamos más caros que Londres. Un amigo se compró zapatillas de tenis de marca en España a 30 euros. Por acá, la misma debe valer 130 dólares. En soja, los productores la vendíamos en enero a 275.000 pesos, ahora la negociamos a 295.000 pesos, es decir, un 7,3 por ciento más en casi un año.
Como frutilla del postre, ahora Caputo bajó los aranceles a las importaciones. Se va poder comprar, vía cualquier aplicación, con sólo IVA hasta 400 dólares.
Mister Trump, el gran amigo de Milei, ha anunciado que subirá los aranceles a las importaciones procedentes de México y Canadá en un 25 por ciento. A los chinos se las subirá un 10 por ciento más, aparte del 60 por ciento anunciado. ¿Será un gil Mister Donald?
La gente de mayor poder adquisitivo, y también los de media, están haciendo las valijas para ir a Brasil y Punta del Este, que resultan mucho más baratos que veranear en Cariló, Pinamar o Mar del Plata.
El aterrizaje de este sistema siempre ha sido traumático en la Argentina. Acordarse de Sigaut, Pugliese, Cavallo, etcétera. No cuestiono el equilibrio fiscal, al contrario, es un gran logro del Gobierno, pero si nos vamos a manejar por el mercado, es hora que dejemos flotar el tipo de cambio porque también es otra variable del mismo.
El Presidente habla de 30 años. Keynes tenía esta frase: «En el largo plazo, estamos todos muertos …»
Hernán Guozden, liberal y progresista
