En la Argentina de hoy, más que no ganar para sustos no se gana para tanto asco. La gestión cuya cara más visible es la de Javier Milei persiste en desparramar cinismo pa’todos los wines y dejar bien en claro a quién sirve cuando alza sus banderas.
El voto favorable al veto presidencial a la ley jubilatoria fue contra los viejos, no hay posibilidad de otra definición, aunque cínicamente se lo quiera vender como una patriótica decisión por el bien del futuro del país y los argentinos.
Este gobierno nacional todo el tiempo provoca, patotea. Por ejemplo, le borró el nombre al Salón de las Mujeres de la Casa Rosada el 8 de marzo, lo que sugiere qué sería capaz de hacer el Presidente si fuera propietario de una fábrica textil con sus trabajadoras en huelga, y tuviera una caja de fósforos a mano.
Ahora, tras el voto contra los jubilados, los 87 serviles –a los que, con el cinismo al tope, Milei llamó “héroes”– que lo concretaron, concurrieron a celebrar su heroica acción patriótica, con un asado junto al presidente de la Nación, en la Quinta de Olivos, cuya tarjeta costó un poco más que el aumento que cada jubilado percibiría de no haber sido por la sublime gesta legislativa.
La adquisición de los votos radicales que posibilitaron confirmar el veto fue el resultado del peor método que suele, muy a menudo, utilizar la casta. Claramente, ha sido la tesis por la cual Javier Gerardo se doctoró en casta política.
Pero no quedó ahí la cosa: el vocero presidencial, Manuel Adorni, fue ascendido por el Presidente, de secretario de Estado a tener rango de ministro.
Redondeando la brutal burla a los jubilados, el autopercibido periodista pasará a cobrar un salario de casi 4 millones de pesos, sin contar con las unidades retributivas que se otorgará. Así, llegaría a más de 5 millones, el equivalente a 22 jubilaciones mínimas.
Y hay más. Desde que asumió, el correveidile presidencial designó a más de cien personas en su área, la cual tiene siete direcciones nacionales, catorce direcciones simples y 16 coordinaciones, lo que al Estado le consume 3.600 millones de pesos anuales. ¿No era que no hay plata y que se terminaría definitivamente con los ñoquis?
No ganamos para asco. A poco de que Milei anunció el veto total de la ley que actualiza y blinda el presupuesto universitario, la vicepresidente de la Nación, Victoria Villarruel, aseveró que existen intentos de “asfixiar” la educación con “panfletos e ideología” que, en su visión, buscan “lavar cerebros” y la imposición de una “única visión del mundo”.
“Para nosotros, educar políticamente es un acto de cobardía, un crimen que se comete contra la última esperanza que tiene nuestra patria, y que es su juventud. La educación tiene que formar la fibra moral del individuo, no su adaptabilidad para el valor político de turno”, dijo como si fuera una persona de amplia tolerancia política, para darle forma a su discurso modelo 73/76.
Es muy turbio cómo y de qué manera llegaron esos individuos a ser lo que son. Mienten, mienten y no dejan de mentir, con un tremendo ignorante a la cabeza.
Según el presidente de la Nación, el filósofo romano Cicerón dijo: “El presupuesto debe equilibrarse, el tesoro debe ser aprovisionado, la deuda pública debe ser disminuida, la arrogancia de los funcionarios públicos debe ser moderada y controlada y la ayuda a otros países debe eliminarse. Para que Roma no vaya a la bancarrota la gente debe aprender nuevamente a trabajar en lugar de vivir a costa del Estado”.
Todo eso dijo el amigo Marco Tulio en una frase. Se ve que no era un tipo con mucho poder de síntesis, porque un Sócrates te salía con un «solo sé que no sé nada», o «conócete a ti mismo» y le bastaba para tarscender en el tiempo.
Aristóteles te mandaba un «la sabiduría es el conocimiento de lo universal y de lo particular»; Demócrito se despachaba con «el carácter es el destino», y Pitágoras aportaba «el silencio es la virtud de los sabios» (esto último alcanzaría para ponerlo en la lista de los innombrables del jefe del Estado, que parece preferirlos romanos).
Pero Marco Tulio Cicerón no dijo nada de lo que el Gato Mimoso le atribuye, lo cual configura una perfecta burrada.
Claro que antes tuvimos a quienes hicieron escuela en este aspecto, como el que le adjudicó a Atahualpa Yupanqui lo de «caminante no hay camino, se hace camino al andar», y quien le hizo decir «ladran Sancho, señal que son perros» al ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha.
Máximo aporte
En este contexto de cinismo e ignorancia oficial, el viernes último, en el Club Atenas de La Plata, más que un acto, Máximo Kirchner realizó una demostración de fuerza en medio de la interna con Áxel Kicillof.
Dirigente opositor, tenía la oportunidad de afirmarse como tal, pero la figura del presidente de la Nación pasó a un segundo plano, o tercero, en el mensaje del exhijo doblemente presidencial.
La Cámpora (¿no tenían un dirigente más genuflexo en el peronismo para denominar a la agrupación, o esa era la intención?) puso toda su energía contra el Gobernador.
El año pasado, en tono autocrítico, Kicillof había hablado de “componer nuevas canciones dentro del peronismo”. El viernes en Atenas se cantó «Cristina es la conducción, vamos a ver si lo entienden./ Somos soldados de Perón, Y la Patria no se vende./ Yo siempre te voy a seguir, no me importa lo que digan./ Y si querés otra canción, vení te presto la mía».
¡Contra Milei nada? Algo, Máximo ensayó algún cuestionamiento al Presidente, no mucho más allá de los que dice cualquiera que no acepte los planes económicos y sociales matapobres del presente.
“Es imposible que los argentinos de bien acompañen un saqueo (…) Nuestro pueblo tiene hambre y se llevan nuestro gas, nuestro petróleo, la minería el oro y la plata, es saqueo•, manifestó.
Pero el hijo de Néstor y Cristina puso el acento en que «no hay que enojarse con ese veto (el de Javier Milei a la movilidad jubilatoria), compañeros y compañeras. El presidente actual fue elegido por el 56 por ciento de los votos y el veto es una facultad constitucional. Hay que dejar de patalear, hay que ponerse a construir, a seguir construyendo, a organizarse».
La reacción del gobierno nacional fue rápida y contundente. Feliz por el mensaje, en sus redes sociales el vocero presidencial, Manuel Adorni, elogió el inesperado apoyo: «La vio. Fin».
En la política argentina siempre hay lugar para un poco más de grotesco, lo cual es muy tentador como para dejar pasar cada oportunidad que se presenta. Así, el hijo de Néstor y Cristina les pidió a los dirigentes que “dejen de ponerse en víctima”, haciéndose el logi con los discursos de su madre en ejercicio del poder.
También manifestó que «si los que fueron señalados por el dedo de Cristina se quejan, qué nos queda a los que no fuimos señalados por el dedo de Cristina y seguimos haciendo todo lo que tenemos que hacer».
¡¿Vos no fuiste señalado por el dedo de mamá, Maxi?! ¿Cómo llegaste a ser diputado en Santa Cruz y luego en Buenos Aires y a presidente del PJ bonaerense?
Kicillof fue candidato a Gobernador en 2019 porque entre los bonaerenses tenía un apoyo infinitamente mayor que Martín Insaurralde, el otro postulante. No había otra posibilidad ante Kicillof, no hizo falta dedo, su candidatura era inevitable. Y estando el Gobierno, el dedo mamá borró al jefe de Gabinete, Carlos Bianco para que el nene ponga a Yate Insaurralde en ese lugar.
Además, expresó: “Un dirigente se propone a sí mismo a la sociedad que asume las responsabilidades y busca sintetizar y conducir al conjunto». Esto, dicho con Martín Insaurralde entre el público que aplaudía.
Entonces, para un peronista, ¿no hay nada mejor que otro peronista?
Así, vamos a tener ultraderecha para un rato largo.
Por Eduardo N. Carboni